Veo la portada, mola, me dio como un respingo, Samurái, de Hisako Matsubara, 松原 久子. Ni que decir tiene que dejé el plumero a un lado y comencé a leer.
Empecemos por el libro. Éste parece que lo publicó en los ochenta el Círculo de Lectores, con permiso de Tusquets Editores. Es de tapas duras y las hojas amarillentas, me parece que no fue muy leído. Sobre esta publicación, bueno, creo que no fue revisada antes de ponerla a la venta, porque tiene bastantes errores de imprenta (y alguna falta de ortografía). Con otro libro ensayaría un tiro directo a la papelera, pero a un samurái cómo iba hacer tal sacrilegio, todo lo contrario. Lo forré y ahora descansa en la librería japonesa.
La autora, Hisako Matsubara es una japonesa que nació en 1935 en Kioto, Japón. Según cuenta su biografía, es Sacerdotisa Shinto e hija del Gran Sacerdote Shinto de la ciudad de Kioto, después de estudiar en varias universidades, niponas, estadounidenses y alemanas, se casa con un químico alemán y se queda a vivir en Colonia, escribiendo toda su obra en alemán. ¡Toma ya!.
El título original de Samurái, es Brokatrausch, publicado en 1978 y traducida al castellano por Luis Ogg. A pesar del idioma en que la escribió, la obra es totalmente japonesa, y tal vez por residir la autora fuera de Japón, la escribió con total libertad, esto lo digo porque le da un buen repaso a la sociedad del Japón de la época de Meji (1868-1912), dando fin al shogunato Tokugawa, del que tanto oí hablar en mis correrías japonesas.
Todo esto se traduce en el fin de las tradiciones japonesas y la bienvenida de la modernidad. El problema está en que la historia se desarrolla en un pequeño pueblo, Himari, donde Hayato, un samurái de la vieja escuela sigue las normas ancestrales que han guiado su vida y la impone a su familia. La historia de amor de Tomiko y de Nagayuki nos ayuda a comprender los cambios tan profundos que vivió la sociedad japonesa de entonces.
Lectura que no aburrirá a nadie, todo lo contrario, le apasionará y, de paso, aprenderá un poco de historia.
Hisako Matsubara |
¡Vaya descubrimiento por hacer la limpieza eh Bara! Desde aquí la carátula parece bacán, ya los horrores gramaticales que describes no tanto, pero al ser de una escritora taaan desconocida -al menos para mí- me imagino la pequeña explosión de alegría que tuviste al encontrarlo.
ResponderEliminarOjalá algún día mi hija o nietos valoren los libros como tú y yo lo hacemos. Me carcome imaginar el que lo vean como estorbo y lo vendan al peso.
¡Abrazo!
PD: ¡Grande tu abue'!
Te lo puedes imaginar Manolo, no me lo podía creer cuando lo vi, fue estupendo. Me decía, ¡vaya! Y esto qué es, y ya encima de la escalera comencé a leer.
ResponderEliminarTengo tantos libros que ni siquiera sé que los tengo, que prefiero no pensar en ello, creo que mi abuela y, también mi tío abuelo Santiago, que una vez apareció con un montón de cajas, se han pasado con los libros y, también, con los “cachivaches”. Pero bueno, a mi me gusta este universo que me dejaron, no solo lo valoro, también es que soy feliz en casa, que era la casa de ella. Sí muy grande mi abuela.
Jo, que me emociono.
Muchos besos, Sofía también será feliz con los libros, de eso estoy segurísima, lo lleva en el ADN, de otra forma no puede ser, de tal palo tal astilla.
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┊┊★┊★┊┊┊☆☆┊·Feliz fin de semana·┊☆☆┊┊┊★┊★┊┊
Muchas gracias guapa, también te deseo un feliz fin de semana.
ResponderEliminarUn abrazo MaRiBel