|
Okunishi Masaru |
De vez en cuando nos llegan noticias de condenados a la pena de muerte, fundamentalmente de EE.UU., pero también de Japón. En este país existe la pena de muerte, algo que ignoran muchos, los condenados son ejecutados en la horca y es apoyada mayoritariamente por la población.
No hay sistema judicial penal perfecto, pero el japonés hace aguas por todos lados, los derechos de los detenidos es algo desconocido, tiene un peso fundamental la confesión, siendo conseguida en muchos casos por medio de la tortura. Otro condenado que ya había traído al blog, es el anciano
Hakamada Iwao,
袴田 巖, sentenciado a pena de muerte en 1966 y que según se cuenta, es un enfermo mental, fundamentalmente debido a las condiciones de aislamiento que ha sufrido desde su condena, al igual que el resto de presos condenados a la pena de muerte.
Amnistía Internacional hoy hizo público esta noticia: "La decisión del Tribunal Supremo de Japón de negar un nuevo juicio a un preso de 87 años de edad en espera de ejecución que fue condenado a muerte por asesinato basándose en su confesión forzada es “una parodia de justicia”, ha dicho hoy Amnistía Internacional tras rechazarse su última apelación.
Ayer el Tribunal Supremo rechazó por séptima vez la petición de volver a ser juzgado de
Okunishi Masaru, que ha pasado más de 40 años en espera de ejecución y es uno de los presos que más tiempo lleva en el corredor de la muerte del mundo. Esto significa que es probable que muera en la cárcel, a pesar de las dudas sobre su sentencia condenatoria.
"Es una parodia de justicia que a
Okunishi Masaru haya vuelto a negársele la posibilidad de un nuevo juicio que su caso indudablemente merece”, ha dicho
Catherine Baber, directora del Programa Regional para Asia y Oceanía de Amnistía Internacional.
El octogenario, que lleva en el corredor de la muerte desde 1969, tras ser declarado culpable del asesinato de cinco mujeres, “confesó” ser autor del crimen tras ser interrogado por la policía durante muchas horas a lo largo de cinco días y sin la presencia de un abogado.
Durante su primer juicio se retractó de su “confesión” y fue absuelto por falta de pruebas. Sin embargo, un tribunal superior anuló la sentencia y lo condenó a muerte.
Su última petición de volver a ser juzgado se le denegó en parte porque el Tribunal Supremo decidió que su “confesión” inicial aún era válida, a pesar de que
Okunishi se había retractado.
Los abogados de
Okunishi piensan presentar una nueva petición para que vuelva a ser juzgado, pero el proceso puede demorar varios años.
“Las irregularidades que presentó un proceso de interrogatorio que generó una confesión forzada–como la ausencia de abogado– exigen que haya un nuevo juicio, y dada la precaria salud del preso, este juicio debe celebrarse urgentemente", ha dicho
Baber.
Durante más de cuatro décadas,
Masaru ha vivido con el temor constante de que ése fuera su último día. En Japón, a los presos del corredor de la muerte sólo se les informa de que van a ser ejecutados unas horas antes de la ejecución, que se realiza en secreto.
Como la mayoría de los presos en espera de ejecución,
Okunishi ha pasado la mayoría del tiempo en régimen de aislamiento.
“
Okunishi no es el único preso en espera de ejecución cuya condena se ha basado fundamentalmente en confesiones forzadas. (Para saber más sobre el caso, visitad este enlace de
Amnistía Internacional).
Las autoridades japonesas deben revisar urgentemente sus casos para asegurarse de que a estos presos no se les acaba el tiempo para conseguir justicia”, ha dicho
Baber.
Actualmente en Japón hay más de 130 prisioneros en espera de ejecución, una de las cifras más altas en más de 50 años.
Con el gobierno del Partido Demócrata Liberal se ha producido una alarmante escalada del uso de la pena de muerte en el país. Desde que el primer ministro
Shinzo Abe subió al poder, en diciembre de 2012, han sido ejecutadas seis personas.
El preso que más tiempo lleva en espera de ejecución
Uno de los casos de pena de muerte más apremiantes de Japón es el de
Hakamada Iwao, que lleva en el pabellón de la muerte desde 1968.
Se cree que
Iwao, que tiene 77 años y está mentalmente enfermo tras décadas de aislamiento, es el preso que más tiempo lleva en espera de ejecución en todo el mundo.
Tras un juicio injusto, fue declarado culpable del asesinato de su jefe, la esposa de éste y sus dos hijos.
Hakamada “confesó” tras 20 días de interrogatorio policial, pero se retractó de la confesión en el juicio y dijo al tribunal que la policía lo había golpeado y amenazado.
Uno de los tres jueces que lo condenaron declaró públicamente que cree en su inocencia.
Según los abogados de
Hakamada, en pruebas periciales recientes no se ha encontrado ninguna coincidencia entre el ADN de su cliente y muestras tomadas de la ropa que, según la fiscalía, vestía el asesino.
“
Hakamada es otro preso a quien se debería conceder un nuevo juicio” ha dicho
Barber.
“Pedimos también a las autoridades japonesas que mejoren las condiciones del resto de los presos en espera de ejecución, entre otras cosas poniendo fin a su régimen de aislamiento”."