Hubo momentos mientras lo leía que se me iba la imaginación y me preguntaba dónde habría un pueblo abandonado que tuviese cementerio para ir hasta allí y tirar el libro contra su muro y mandar a freír espárragos a Aomame y a Tengo.
Pero tener un blog te obliga a terminar de leer los libros si quieres hablar de los que vas devorando y, de todas formas, seguía leyendo con la esperanza de emocionarme, al menos, de sorprenderme.
No hubo emoción y sorpresa tampoco, si ya decía desde un principio que tanto marketing no era bueno, que no entendía esta forma de actuar de la editorial y del autor (tres libros en dos tochos con meses de diferencia en su publicación), que la única explicación era comercial, veo que como pitonisa no tengo precio.
Qué decía Murakami cuando un día vino por España y nos habló de esta novela, que era la más ambiciosa de su carrera como escritor, más o menos, no sé de donde saca estas cosas, lo que es yo sé muy bien qué es y es la peor con diferencia de todo lo que ha escrito (si algún profe de literatura quiere explicarme por qué estoy confundida y que es una maravilla su lectura y además que no tengo ni idea de lo que digo, estaré encantada en atender sus explicaciones).
Evidentemente no es sopor todo el libro, los primeros capítulos me gustaron mucho, me decía, esto está muy bien y me perturbaba al pensar (spoiler) que los malos dieran con Aomame, pero en un momento dado, creo que fue cuando Ushikawa comienza a sospechar que si vigila a Tengo dará con Aomame, todo va cuesta abajo. Una y otra vez Murakami nos cuenta lo mismo, supongo que para no perdernos en la historia y esto es lo que la agota, además, en perder tiempo haciendo descripciones y comentarios que no ayudan nada a la trama, todo lo contrario, la vuelve más aburrida, imperdonable en un autor de primera división, como se supone que es este hombre. Sin embargo, otras historias, como la amiga de Tengo (la mujer mayor con la que se veía de vez en cuando), su propia madre o Fukaeri, un personaje tan importante en toda la historia, no sabemos qué ha pasado, desaparecieron por arte de magia. Además, no encontramos en sus páginas ni fantasía, ni ilusión. Es una agonía que sigue y sigue, hasta que llegamos al final. Este Murakami con los años no sabe ni contar cómo se hace el amor, por lo menos que tire de hemeroteca si lo tiene algo olvidado, qué final tan malo, de todas formas, es capaz de seguir con la historia de un mundo diferente,
PONGA UN TIGRE EN SU AUTOMÓVIL |