Hoy hace cinco meses que falleció José Saramago y le echo de menos.
Me había acostumbrado a su presencia en los medios de comunicación hablándonos de los más desfavorecidos y siempre al lado de ellos.
Creo que la última vez que apareció en público, a pesar de su enfermedad, fue para apoyar a Aminatu Haidar en su huelga de hambre en el aeropuerto de Lanzarote.
Los últimos acontecimientos en el Aaiún me hicieron más intenso el recuerdo de aquel día.
Los libros que tengo de José Saramago están en el medio de la estantería, en el centro y a la altura de la vista, siempre los tengo presente y a mano para su lectura.
Un amigo y yo nos preguntábamos qué libro destacaríamos por encima de los demás, con cuál de ellos nos quedaríamos.
Esto es un imposible, pues, tendríamos que elegir, primero, entre teatro, poesía, biografía, discursos, entrevistas, relatos, novela...
Si tenemos que elegir, supongamos entre la novela, tenemos que decidir entre Ensayo sobre la ceguera, Levantado del suelo, Todos los nombres, La caverna, El hombre duplicado, El Evangelio según Jesucristo, Memorial del convento...
Difícil elección. Pero como él, yo siempre tomo partido, elegiría El año de la muerte de Ricardo Reis.
Ya había leído Ensayo sobre la ceguera y La caverna cuando un día trasteando en una librería veo este título, me quedé quieta por un momento y volví a leerlo otra vez, Ricardo Reis, no puede ser.
Aún no había pasado mi etapa de lectora, no patológica, pero sí muy habitual, de las poesías de Fernando Pessoa. En esos momentos José Saramago me hizo tan feliz (tenía que haberselo dicho: Estimado señor Saramago, Ud. me hizo muy feliz con este libro...).
Es más, hizo que Pessoa volviese, como un espíritu, pero daba igual, hablaba con Ricardo Reis, su heterónimo, y yo me lo creía todo. Me hizo más creíble esa historia que la verdadera.
Sin embargo, por qué no traigo ese libro en lugar de El viaje del elefante, una obra que algunas personas dicen que no está a la altura de su anterior obra. La traigo, además de parecerme magnífica, porque este elefante me recuerda mucho a su autor.
Está basado en una historia real, pero no es histórico, Saramago decía que era más un cuento que una novela. Yo creo que da igual como se le llame.
En el siglo XVI el rey de Portugal regala un elefante, Salomón/Solimán, al Archiduque de Austria, Maximiliano.
Con el elefante va el cuidador (el cornaca), Subhro/Fritz, todo un filósofo y que intenta sacar el mejor partido a la vida mísera que lleva.
Deberán viajar desde Portugal a Viena, tendrán un viaje largo y muy duro, los caprichos reales les obligan a cruzar los Alpes.
Un narrador nos cuenta toda la historia y nos explica algunos momentos. Tenemos solidaridad, humor, ironía, belleza, ternura. Muchos personajes, van y vienen. El lector es parte fundamental en la historia, el autor nos implica en ella.
José Saramago era como este elefante, grande, fuerte y a todos nos robó el corazón.
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