Estoy cogiendo el punto a Yoko Ogawa. Este librillo me lo puso en la mano el 4 de septiembre un librero, el segundo al que había pedido el último libro de Haruki Murakami, Baila, Baila, Baila (que ya está leído meditado y que sigo echándole un vistazo de vez en cuando).
Como iba diciendo, el librero al que pido Baila... me dice, aún no está a la venta, pero tengo este de Ogawa. Le miré con cara de asco y le suelto, qué demonios me das, que yo quiero leer a Murakami no a Ogawa..., que en lo único que se parecen es que los dos son japoneses, además, cuánto cuesta éste... En fin, que estuvimos así un buen rato, Conclusión, como soy débil salí de la librería con el libro y el puto librero (con perdón) se quedó con nueve euros y pico, si no recuerdo mal.
Sí, un poco carillo. Si lo vierais me darías la razón. Es pequeñito, encima tiene tan pocas hojas que te caen las lágrimas. Pero, ¡es tan guapo!, además, el tacto, las hojas tienen un grosor pefecto. La editorial funambulista todo lo que publica a esta mujer, lo hace con mucho mimo. La residencia de estudiantes ( ドミトリイ, Domitori) la publica en 2011 (fue escrita en 1991), traducida por Héctor Jiménez Ferrer y la fotografía de la cubierta es parte de otra que Manol Georgiev hizo en 2010 en el templo Kiyomizudera, que está en Kioto. Un templo y una residencia de estudiantes universitarios no tienen mucho que ver, pero bien, el libro queda bastante chulo.
Todas las novelas de esta mujer se parecen. Tienen un comienzo anodino y poco a poco te van arrastrando. Al igual que en El embarazo de mi hermana y más tarde en La fórmula preferida del profesor, la lectura es absorbente y tienes que continuar. No desgranaré el tema de la novela, al ser tan corta fastidiaría la lectura, solo comentar que hay tres personajes, y pronto uno de ellos desaparecerá. También, que en determinados momentos me daba asco cuando la protagonista hacía descripciones de un cuidador de la residencia, sin embargo, cuando en su apartamento le recordaba, decía, ... el pie era hermoso.. Esto no me cuadra, pero bien, el traductor utiliza esa palabra, hermoso, tal vez la novelista fue la que escogió en japonés, pero a mi me chirrió bastante. Se habla del final de la novela, que si es abierto, que si quedaron muchas cosas en el tintero. A mi me gustó, al principio desconcierta, pero así es Yoko Ogawa, te deja con cara de póker, pero es lo que hay. De todas formas, la lectura de la novela y los interrogantes que te asaltan a lo largo de ella, te hacen pasar un momento excelente y compensa el final.
4 comentarios:
De esta autora solo he leído La fórmula preferida del profesor que me gustó muchísimo y tengo ganas de repetir, este es uno de los que está entre las opciones, aunque lo del final no sé si me convence
besos
Mi primer libro de esta autora fue "La piscina", que también es cortito, y el final me dejó perplejo. Éste me apetece porque no es muy largo, aunque el que más me llama la atención es el de "La niña que iba en hipopótamo a la escuela".
Tatty, Lo cierto es que entretiene toda la lectura, va in crescendo y cuando esperas a ver…., zas, se acabó.
Estás advertida, de todas formas, creo que merece la pena leerlo.
Chao,
Bara
Lleonard, La niña que iba en hipopótamo a la escuela, es un título fantástico,
ya cuando se publicó decidí que tenía que leerlo y no sé por qué, aún no lo tengo, así que, ahora que me lo recuerdas, intentaré leerlo cuanto antes.
Hasta otra,
Bara
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