3) Prisioneros de los japoneses. El convencimiento de que uno podía rendirse y conservar el "honor" era anatema para los japoneses. Pues, ningún soldado japonés podía rendirse. Por tanto, un enemigo (los aliados) que en masa se rinde no era digno de respeto. Hay que mencionar que Japón no ratificó la Convención de Ginebra. Muchos de los prisioneros que se hicieron en Hong Kong fueron recluidos en unos barracones abandonados en Sham Shui Po. Las condiciones de vida eran espantosas. Y el trato hacia los prisioneros fue de una brutalidad extrema.
Al igual, las condiciones en las que estaban los occidentales en el campo de Stanley de Hong Kong, vivían hacinados y estaban mal alimentados. Si bien, los habitantes chinos no fueron internados de inmediato, tampoco se escaparon de las atrocidades.
Los japoneses convirtieron dos áreas, el Valle Feliz y Wancahi, en inmensos burdeles, y las mujeres chinas que vivían allí, se vieron obligadas a ejercer la prostitución.
Apenas había comida y al final de la guerra los relatos de canibalismo abundaban. En el verano de 1945, la población china de la colonia había pasado de 1.600.000 habitantes a 750.000.
Una vez conquistado Hong Kong, los japoneses cruzan el mar de China del Sur y ocuparon Java, antes de hacer otro tanto con las Indias Orientales holandesas. El 1 de marzo de 1942, los holandeses se rindieron y los civiles occidentales capturados fueron internados en campos. El testimonio que ofrece Jan Ruff, una holandesa a punto de abandonar la adolescencia, es estremecedor.
Posteriormente le toca a Borneo. En una localidad llamada Sandakan, 1500 prisioneros de guerra, en su mayoría australianos, llegaron en julio de 1942, estaban destinados a construir un aeródromo. Al año siguiente, llegaron otros 1200 prisioneros, casi todos eran británicos. Además, los japoneses se zurraban entre ellos. Era la única diversión de los prisioneros, porque eran auténticas palizas que las hacían en público, el suboficial se ensañaba con el soldado, el capitán hacía lo propio con el teniente... hasta llegar al rango más alto.
Una vez terminado el aeródromo, fueron allí destinados 2500 soldados japoneses, no había tanta comida, las raciones de comida de los prisioneros se fueron reduciendo. Los comandantes japoneses de la zona, comenzaron a considerar en matar de hambre a los prisioneros. De los australianos prisioneros en Sandakan, sólo sobrevivieron seis, ya que lograron escapar por la selva. Todos los prisioneros británicos perdieron la vida.
La historia del ejército japonés en Nueva Guinea nos ofrece más datos sobre las consecuencias que tuvo para el Ejército Imperial su incapacidad para rendirse. El canibalismo era una práctica más habitual de lo que hasta entonces se había creído. Llegó un momento en que los japoneses comenzaron a seleccionar a prisioneros, y cada día se llevaban a uno, lo mataban y se lo comían. Que los oficiales japoneses estaban al corriente del canibalismo queda claro a partir de una orden promulgada por el comandante general Aozu, según la cual, el soldado japonés que haya comido carne humana será condenado a pena de muerte, quedando excluida de esta pena aquellos que hayan comido carne enemiga. Algunos testimonios de prisioneros, cuentan que no lo hacían por falta de comida, pues, en la basura encontrábamos arroz y comida enlatada.
Nunca antes Japón había perdido una guerra. En consecuencia, los sistemas, valores y creencias de la sociedad japonesa se vieron sometidos a una presión desconocida hasta la fecha.
(mañana más).
El holocausto asiático - Laurence Rees (1ª parte)
3 comentarios:
Muy acertadas las valoraciones que haces sobre este libro. Acabo de leerlo y coincido en la mayoría de ellas.
Un saludo
Hola Ramcke,
Este libro me dio a conocer una parte de la historia que ignoraba por completo, creo que es muy interesante.
Saludos, y gracias por el comentario.
Bara
De nada, Bara. Si estás interesado/a en libros sobre Japón y la Segunda Guerra Mundial, te animo a que visites este Foro:
http://www.zweiterweltkrieg.org/phpBB2/index.php del que soy Moderador.
Un saludo
Ramcke
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