Parece que no queremos ir a Japón desde que nos llegaron las noticias del gran terremoto del pasado once de marzo, el tsunami posterior y, sobre todo, por la radiactividad que dicen que anda soltando la central nuclear de Fukushima, tengo en la memoria
a los niñatos de las motos que no quieren ir al mundial de Japón. Si siguen con esta negativa, yo solita les boicoteo y no pienso prestar atención a sus triunfos ni a nada que tenga que ver con el motociclismo.
En fin, tanto si os decidís ir a Japón como no o ya habéis estado, leer este libro. Es la mejor guía que he leído nunca, es divertida y está muy bien escrita. De todas formas, el autor,
Fernando González Viñas, ha jugado con ventaja, pues, su novia es japonesa,
la bella Keiko, así que, lo tuvo más fácil para moverse por la tierra de la eterna sonrisa. Lo cierto es que es una idea eso de echarse un novio que te sirva de lazarillo en países lejanos, en fin, meditaré los pros y los contras.
El libro está dividido en dos partes que se corresponden con los viajes de un mes de duración cada uno, en invierno y en verano. Al principio del libro hay un mapa con las dos rutas y, por supuesto, no puedo dejar la ocasión de poner los simpáticos títulos de los capítulos en que se divide:
Invierno
Tokio a sorbetones
Kioto y el vacío
El musgo de los templos
Los ciervos enanos de Nara
Mishima y el Pabellón de Oro
Bunraku en Osaka
El Buda sereno de Uji
Poseído por el zorro de Fushimi Inari
Del Kabuki a Mazinger Z
Asashoryu, el Zidane del sumo
Verano
Mary Poppins al sol de Tokio
Los héroes muertos del sol naciente
Las pseudogeishas adolescentes
Desayuno de atún crudo en Tsukiji
Subida a pie al monte Fuji
El monje mendicante ante Chanel Nº 5
El jardín matemático de Kanazawa
Himeji, el castillo de Akira Kurosawa
Hiroshima mon amour
Los ciervos voraces de Miyajima
A través de los Alpes japoneses
El busto sin brazos de Lafcadio Hearn
La isla de los toros
Rococó en Nikko
Termina con un
epílogo, invierno, verano, otoño, primavera, con un
glosario de términos y, por supuesto, con
agradecimientos.
Cada capítulo se inicia con una fotografía en blanco y negro y, más o menos, a la mitad del libro, unas cuantas fotografías en color, todas ellas del autor del libro. No he encontrado ninguna para poner en la entrada. El libro está editado por la
editorial Almuzara, donde hay una foto del autor con la mano en la cabeza, no creo que sea muy acertada esta foto, parece que se la hicieron al llegar de Japón con dolor de cabeza y con ganas de llegar a casa. Me gusta más la fotografía del libro, con chaqueta de la TWA y bolso de bandolera.
Fernando González Viñas, del que no había leído nada anteriormente, es doctor en Historia, su biografía en la solapa del libro y en la web de la editorial, si bien, me resulta conocido y no sé de qué, por algún sitio he leído que ha sido comentarista taurino, pero esta afición sangrienta no la comparto con el autor, así que, a saber dónde le eché la vista encima. El libro, además, de mucho humor y de hacer un recorrido turístico muy bueno, nos enseña a distinguir los templos sintoístas de los budistas, de cómo le crujió la espalda el maestro
Einin, de qué es lo que debemos hacer y no hacer cuando nuestra chica japonesa (en mi caso sería mi hipotético chico-novio-japonés) nos presenta a su familia, de los apuros para cambiar una gorra de policía española por una japonesa... En fin, que dan ganas al terminar el libro de ponerse a buscar por internet las compañías aéreas que nos lleve a Japón. El libro me reafirma, este país tan lejano es maravilloso y con muchas cosas por descubrir. Gracias al autor, evidentemente, pero también a
Keiko (de la que no conozco su apellido) que ha hecho posible que su novio nos haya hecho pasar tan buen rato.
Ahora, unas cuantas fotos que le
cogí prestadas, al
Portal Villaduqueño, de Villanueva del Duque, pueblo natal de
Fernando González Viñas y que ha llevado al mismísimo
monte Fuji.
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Fernando González Viñas |