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domingo, 25 de agosto de 2013

El horror - Carlos Boyero


"Cuesta imaginar cómo pudieron sobrevivir durante una década la gente del Vietcong que hizo la guerra ocultándose en las toperas, túneles a lo largo de kilómetros, cercanos a Saigón, en los que vivían permanentemente y desde los que acosaban al Ejército norteamericano en plan guerrillero, apareciendo para golpear con las trampas más sofisticadas y desapareciendo inmediatamente bajo tierra. Esos túneles eran tan estrechos que no concebías que seres adultos y con unos kilos de más pudieran moverse por ellos. Cuando visité las toperas solo los niños podían introducirse en ellas. A un aparatoso y exhibicionista señor porteño que se empeñó en meterse en ellos para hacerse la fotito verificadora, hubo que sacarlo con esfuerzos proteicos, casi con polea.

Pero después de constatar la heroica capacidad de resistencia de esos soldados, sobreviviendo como topos, buscas datos sobre los muertos en ambos Ejércitos y deduces que fue una guerra excesivamente descompensada. Murieron 58.000 soldados norteamericanos y tres millones de vietnamitas. Una victoria muy cara. Sospecho que lo que movilizó a la opinión pública de cualquier parte del mundo contra esa interminable masacre, más allá de las atroces estadísticas de muertos, fue el masivo impacto emocional que provocó la fotografía de una desvalida niña vietnamita corriendo por una carretera después de haber sido abrasada con napalm. Hay que ser una bestia para no conmoverse e indignarse cuando ves niños, forzosamente inocentes, masacrados por la guerra, eso que los cínicos denominan como inevitables daños colaterales.

La espeluznante imagen de montones de críos sirios en estado convulso, gritando como poseídos, después de haber sido machacados con gases tóxicos, haciendo tan real como entendible la desolada certeza de Kurtz desde el corazón de las tinieblas (“El horror, el horror”) tal vez sirva para que la ONU y EE UU se tomen en serio lo de detener esa salvajada.

 Es curioso que Estados Unidos se escandalice por el uso de armas químicas. Que incluso lo utilizara como falso pretexto para invadir Irak. No tuvieron el menor escrúpulo para hacerlo en Vietnam. Y no sé si las bombas atómicas sobre Japón tenían componentes químicos o físicos. Sospecho que a las infinitas víctimas, incluidos los niños, les da igual."

Hubo un tiempo que Carlos Boyero me caía como un puñetazo en el estómago. Era oír su nombre y me daban vómitos. Y todo por su antipatía al cine asiático, en general. Pocas críticas le he leído que, más o menos pueda digerir una fan del cine que nos llega de esa parte del mundo, sobre todo, de Japón.

Como quiera que sea, he seguido leyendo las críticas del señor Boyero y, sea porque yo he visto más cine, he leído más sobre directores, actores..., he aprendido más, tengo que reconocer que a pesar de esa supuesta antipatía al cine asíático, este hombre es mucho más que un tipo que va a degüello con algo que no le gusta, su cultura cinematográfica es realmente envidiable.

En fin, como tengo un cariño especial por el periódico El País, siempre lo he visto en casa, creo que desde que se fundó mi abuela lo compraba todos los días, aunque, tengo entendido que no tiene que ver mucho con sus inicios de izquierda, ahora la publicidad manda.

De todas formas, tengo bastantes enlaces en el blog hacia algunas de sus secciones y uno de ellos es a los artículos con los que nos deleita Boyero. En ellos no habla solo de cine, habla de lo que le da la gana y siempre, lo hace removiendo conciencias, no sé si es su intención o no, pero a mi me gusta como pone el dedo en la llaga. Así que, copio el artículo completo puesto entre comillas y en letra cursiva arriba que ha publicado en el diario hace unos días. Siria está en guerra. No somos capaces de solucionar los problemas sin la aniquilación del contrario. Lo peor de todo es que el mayor sufrimiento es para los más inocentes

Phan Thị Kim Phúc, conocida como la niña del napalm. El nombre del resto de niños no los conozco. Solo serán una estadística, tanto los de Vietnam como los de Siria.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias Bara. Me ha gustado leer las palabras de Boyero, y me gusta cómo eres capaz de apreciar la parte genial de alguien al que por algo concreto tenías tachado de la lista de gente merecedora de atención. Y es que a veces nos perdemos una gran riqueza precisamente por eso. ¡Qué bueno redescubrir a alguien y poder disfrutar su parte interesante!
Abrazos y sonrisas!

cosas de bara dijo...

Hola Sonia, que buena eres.
Pues sí, como hacemos un millón de cosas, muchas veces nos quedamos con lo más superficial, pero bueno, afortunadamente he dado marcha atrás.
Besos y abrazos!